Teatro Infantil
Teatro para niños
Guiones infantiles, guiones para niños, guiones para alumnos de primaria
Obras teatrales para representar o dramatizar con grupo de niños y alumnos
Autor: Ignasi García Barba
ignasigarciab@gmail.com
LA DECISIÓN DE VILLALIMPIA
Personajes
Sr. Campos
Campos-niño
Sr. Barros
Sr. Fuenteseca
Sr. Cenizo
Flora
Sr. Montes
Hada Madrina
Niña
Charlie
P-2
Una mesa enorme de despacho. Encima, un ordenador, un fax, un router, dos teléfonos, un montón de papeles y un interfono. En un extremo del escenario, una percha donde hay colgado un traje y una corbata de marca. Entra el Señor Campos por la izquierda. Viste camisa blanca, pantalones vaqueros y calza zapatillas deportivas. En la mano lleva un cuadro: es un paisaje donde aparece un pueblo rodeado de campos y bosques. Mira el cuadro, satisfecho, y después mira la pared de su despacho, buscando con la mirada. Finalmente cuelga el cuadro en un clavo. No le gusta cómo queda. Lo descuelga. Lo cuelga en otro clavo de la pared del fondo. Mientras lo hace suena una voz de mujer por le interfono. Es Flora.
VOZ DE FLORA- ¿Señor Campos…?
El Señor Campos mira el interfono y mira el cuadro. No sabe qué hacer. Finalmente termina de colgar el cuadro y coge distancia para ver cómo queda, sin responder al interfono.
VOZ DE FLORA- ¡Señor Campos…!
El Señor Campos se dirige al interfono, contrariado.
SEÑOR CAMPOS- ¿Qué pasa, Flora?
VOZ DE FLORA- Ha venido el Señor Montes, dice que quiere verle.
SEÑOR CAMPOS (molesto)- ¿Montes? (Pausa breve. Duda. Finalmente se decide). Dile que ahora no puedo recibirlo, que estoy muy ocupado.
VOZ DE FLORA- Es que insiste mucho.
SEÑOR CAMPOS- ¡Pues que espere! Dale una revista.
VOZ DE FLORA- Es que no tengo ninguna.
SEÑOR CAMPOS- ¡Pues un periódico!
VOZ DE FLORA- Es que todos son antiguos.
SEÑOR CAMPOS (contrariado)- ¿Y el de hoy? ¿Por qué no ha llegado aún? ¡Como secretaría, deberías encargarte de…!
VOZ DE FLORA- Lo tiene usted. Se lo dejado encima de la mesa.
El Señor Campos busca sobre la mesa. Lo encuentra.
SEÑOR CAMPOS- Vaya, es verdad. (Duda) ¡Pues déjale las Páginas Amarillas!
VOZ DE FLORA- Es que…
VOZ DEL SEÑOR MONTES (interrumpiendo a Flora, por al interfono)- Oye, Campos, he venido a hablar contigo y no pienso irme hasta haberlo hecho, ¿te queda claro? Si hace falta esperará todo el día.
SEÑOR CAMPOS (enfadado)- ¡Pues ponte cómodo, Montes, porque tienes para rato!
El Señor Campos desconecta el interfono, enfadado. Mira el cuadro. Le gusta cómo queda. Suena el teléfono. El Señor Campos lo coge)
SEÑOR CAMPOS (al teléfono, enfadado)- ¿Y ahora qué pasa? (…) (Suave, caríñoso) Ah, eres tú… Hola, bonita. (…) Claro que sí, bonita, hoy papá te irá a buscar a la salida del cole. (…) ¿A coger moras? Pero si no es época, cariño, no vamos a encontrar ni una….(…) Vale, vale, iremos a coger moras, no llores, mujer…(…) Sí, también amapolas. (…) Y haremos un ramo muy grande para mamá, sí. Bueno, ¿y qué has hecho esta mañana en el cole? (…) ¿Has dibujado un árbol, en serio? (…) ¿Y has pintado de rojo la letra “A”? ¡Vaya, pues has hecho muchas cosas! (…) Hasta luego, bonita.
Cuelga. Se oye la voz de Flora por el interfono.
VOZ DE FLORA- Señor Campos…
SEÑOR CAMPOS (al interfono, enfadado)- ¿Y ahora qué pasa? No me lo digas: ¡Montes no quiere leerse las Páginas Amarillas!
VOZ DE FLORA- No, es que…
SEÑOR CAMPOS (interrumpiéndola, enfadado)- ¡Pues que se lea el prospecto de un medicamento! ¡Aún te tomas ese jarabe para el resfriado! ¿No? ¡Pues préstale el prospecto, haz lo que sea, pero no le dejes entrar!
VOZ DE FLORA- ¡Pero Señor Campos, déjeme que le cuente…!
SEÑOR CAMPOS (interrumpiéndola, enfadado)- ¡Te he dicho que no! ¡No quiero que entre nadie! ¿Es que no me has entendido? ¡Tengo muchas responsabilidades y no puedo atender a todo el mundo!
VOZ DE FLORA- Es que han llegado los caballeros de la empresa “Basuras y Asociados, S.A.”
SEÑOR CAMPOS (nervioso)- ¿Por qué no lo decías antes? ¡Hazlos pasar!
El Señor Campos se dirige rápidamente a la percha, se pone la americana y empieza a ponerse los pantalones elegantes sobre los pantalones vaqueros, nervioso. Le cuesta. Está a punto de tropezar. Finalmente consigue ponérselos. A continuación se pone la corbata, pero con los nervios no consigue hacer bien el nudo. Alguien llama a la puerta con los nudillos.
SEÑOR CAMPOS - ¡Un momento!
Finalmente consigue hacerse el nudo de la corbata. A continuación se quita las zapatillas deportivas sin desatarse los cordones. Busca dónde esconderlas. Finalmente las mete de cualquier manera en un cajón de la mesa de despacho. Empieza a buscar algo desesperadamente.
SEÑOR CAMPOS (nervioso)- ¿Y los zapatos?
Vuelven a llamar a la puerta con los nudillos.
VOZ DEL SEÑOR FUENTESECA (impaciente)- Señor Campos, ¿podemos pasar o no?
SEÑOR CAMPOS- Sí, sí, un momento. (Se sienta en la silla de despacho, de manera que la mesa impida ver que va descalzo. Adopta la posa de ser alguien importante). Adelante.
Entran el Señor Fuenteseca, el Señor Barros y el Señor Cenizo por la izquierda. Ambos visten con un traje y una corbata idénticos a los del Señor Campos, y además llevan elegantes zapatos. Cada uno de ellos lleva también un maletín de ejecutivo. Se paran a unos metros de la mesa, esperando que el Señor Campos se levante y vaya hacia ellos para darles la bienvenida. El Señor Campos se levanta pero no va a darles la bienvenida.
SEÑOR CAMPOS- Señor Fuenteseca, Señor Barros, Señor Cenizo…
Los Señores Fuenteseca, Barros y Cenizo, un poco contrariados porque el Señor Campos no ha ido hacia ellos para darles la bienvenida y acomodarlos, van hacia él, dispuestos a darle la mano.
SEÑOR FUENTESECA (dándole la mano) – Buenos días.
SEÑOR BARROS (dándole la mano) – Buenos días.
El Señor Campos le ofrece la mano al Señor Cenizo, pero el Señor Cenizo deja su maletín sobre la mesa y apoya en ella las manos.
SEÑOR CENIZO- Vamos al grano, alcalde, ¿podemos ampliar el vertedero o no?
SEÑOR CAMPOS (cohibido)- Es que aún no lo tengo muy claro.
Los otros tres se miran entre sí.
SEÑOR CENIZO- ¿Cuál es el problema?
SEÑOR CAMPOS- Bueno… Algunos vecinos del pueblo… que no ven que el vertedero sea muy seguro y…
SEÑOR BARROS (cortándolo, ofendido)- ¿Cómo que no lo ven seguro? ¿Y ellos qué saben? ¡Pero si hemos invertido un montón de millones en el tema de la seguridad medioambiental!
SEÑOR CAMPOS- No, si yo ya lo sé… pero…
SEÑOR FUENTESECA (ofendido)- ¡Hemos hecho exactamente lo que marca la Ley!
SEÑOR CAMPOS- Si ya me lo imagino, pero…
SEÑOR CENIZO- ¿No están contentos, los vecinos, con las mejoras que ha conseguido el pueblo gracias al dinero del vertedero? Porque es obvio que el pueblo ha mejorado, ¿no es verdad?
SEÑOR CAMPOS- Sí, hombre, claro que sí, pero…
SEÑOR BARROS- Por fin ha podido llegar la canalización del agua…
SEÑOR CAMPOS- Si yo eso no lo niego…
SEÑOR FUENTESECA- Y se han podido asfaltar todas las calles.
SEÑOR CAMPOS- Sí, sí, es verdad…
SEÑOR CENIZO- ¿Y qué me dice de las piscina municipal? ¿O del polideportivo?
SEÑOR CAMPOS- Sí, es verdad, todo eso está muy bien…
SEÑOR BARROS, SEÑOR FUENTESECA, SEÑOR CENIZO (al mismo tiempo)- ¿Entonces cuál es el problema?
SEÑOR CAMPOS- Pues… La ampliación… Si ahora ya se huele la peste que echa…
SEÑOR FUENTESECA- ¿Peste? ¿Pero qué tontería es ésa?
SEÑOR CAMPOS- Hombre… No huele a colonia, precisamente.
SEÑOR BARROS- ¡Pero si, a pesar de estar en su término municipal de Villalimpia, lo pusimos más cerca de los pueblos vecinos precisamente para que no les molestara a ustedes el olor!
SEÑOR CAMPOS- Ya… Y los vecinos de los otros pueblos también se quejan.
SEÑOR FUENTESECA- ¡Venga ya! ¡Si ésos no pintan nada en este asunto! Así que tranquilo.
SEÑOR CENIZO- ¿Sólo es ése, el problema? ¿Los olores?
SEÑOR CAMPOS- No, no sólo es eso…
SEÑOR CENIZO- Pues explíquese, alcalde.
El Señor Cenizo empieza a pasear por el despacho como si fuese suyo. Se sitúa detrás del Señor Campos. El Señor Campos se muestra intranquilo ante la posibilidad de que descubra que va descalzo.
SEÑOR CAMPOS- Pues… La gente dice que las arcillas de la zona prevista para la ampliación no son tan impermeables como aseguran ustedes, y que eso es peligroso porque al parecer en esa zona hay aguas subterráneas que van a parar a nuestras fuentes.
SEÑOR CENIZO (tranquilo)- Continúe.
SEÑOR CAMPOS-… Y además… la ampliación prevista les parece muy grande. Dicen que más que una ampliación parece un nuevo vertedero. Y habría que talar una parte del bosque.
Los tres visitantes se miran entre sí. El Señor Cenizo se sitúa ante su maletín, mira amenazadoramente al Señor Campos y abre el maletín lentamente. Saca de su interior una botella de champán. A continuación el Señor Fuenteseca abre su maletín, saca de su interior 4 copas y las deja sobre la mesa. El Señor Cenizo sirve champán en las copas. Le ofrecen una al Señor Campos.
SEÑOR CENIZO- ¿Quiere brindar con nosotros?
SEÑOR CAMPOS- No, no, gracias.
SEÑOR CENIZO- Como quiera. (ofrece las copas a los otros dos y él se queda con otra. Brinda) ¡Por el progreso!
Los tres visitantes beben.
SEÑOR CENIZO- Señor Barros… Cuando quiera.
SEÑOR BARROS (como recitando una lección)- Según los estudios geológicos de nuestros expertos formados y licenciados en diversas universidades europeas y norteamericanas, las arcillas de la zona prevista para la ampliación superan de sobra el grado de impermeabilidad que marca la Ley. Pero, a pesar de ello, y como muestra de nuestra voluntad de extremar las precauciones, la empresa “Basuras y Asociados, S.A.” tiene previsto llevar a cabo una fuerte inversión para evitar eventuales filtraciones en el subsuelo de la nueva ampliación del vertedero, aplicando láminas de… (se atasca y no sabe como seguir. Lo intenta de nuevo) láminas de…
Se atasca de nuevo. Mira a los otros dos, disculpándose. El Señor Cenizo, contrariado, gesticula apremiándolo a seguir. El Señor Barros saca discretamente una “chuleta” del bolsillo, la consulta y vuelve a guardarla).
SEÑOR BARROS- … de polietileno, de un grosor y una densidad que será el doble de lo que marca la Ley para suelos arcillosos permeables que han de acoger los lixiviados, es decir, los líquidos procedentes de la descomposición de los residuos…
SEÑOR CENIZO y SEÑOR FUENTESECA- ¡Muy bien!
SEÑOR BARROS- ¡Pero aún hay más! Por lo que se refiere a los malos olores procedentes de gas metano procedente de la descomposición de los residuos procedentes del vertedero de Villalimpia procedente de la comarca de…
SEÑOR CENIZO (interrumpiéndolo, enfadado)- Por favor, ahórrese los detalles superfluos.
SEÑOR BARROS- Pues decía que el olor del metano se mitigará considerablemente gracias a la construcción de una planta de biogas con la que está previsto alimentar al alumbrado público de las urbanizaciones cercanas, biogas que le recuerdo procederá del metano procedente de…
SEÑOR CENIZO- Gracias por su intervención, Señor Barros, le felicito.
SEÑOR BARROS (a su bola)- …la descomposición de los residuos procedentes del vertedero procedente de…
SEÑOR CENIZO- ¡Basta! (El Señor Barros se calla) Bueno, ¿qué le parece, alcalde?
El Señor Campos duda.
SEÑOR BARROS (al Señor Fuenteseca, preocupado) ¿Lo he hecho bien, Señor Fuenteseca?
SEÑOR FUENTESECA (dándole golpecitos en la espalda, entusiasmado)- ¡Muy bien, Fuenteseca, en serio! Es todo un experto. No he entendido nada, pero ha sido impresionante.
SEÑOR FUENTESECA (satisfecho)- Gracias.
SEÑOR CAMPOS- La verdad es que parece que lo tienen todo muy controlado.
SEÑOR CENIZO- ¡Claro que sí! “Control, control y más control”, ése es el lema de nuestra empresa.
SEÑOR CAMPOS- Pero es que… una ampliación tan grande… Los niños del pueblo juegan en ese bosque.
Pausa tensa.
SEÑOR CENIZO (severo)- Señor Campos, hay miles de personas… ¡qué digo miles!, ¡millones!, que dependen de su decisión. No puede dejarse influir por unos cuantos vecinos que no saben ni lo que dicen, que hablan mucho pero no son expertos en residuos. Toda la agrupación de municipios agradeció el gesto solidario de Villalimpia cuando aceptó instalar en su término municipal el vertedero de todos sus desperdicios…
El Señor Campos avanza hacia el Señor Cenizo, pensativo y atento al discurso del Señor Cenizo, sin percatarse de que expone a la mirada de los otros sus pies descalzos.
SEÑOR CAMPOS- Sí, pero entonces ustedes se comprometieron a no realizar ninguna ampliación, y ahora…
SEÑOR CENIZO (ignorando el comentario, sigue con su discurso)- …Ese gesto nos habla de un pueblo generoso dirigido por el más generoso de sus hijos, usted, señor alcalde, que sabe que no se le puede dar la espalda al progreso, que tiene los pies en el suelo y conoce el terreno que pisa, que camina hacia el futuro con… (se da cuenta de que el Señor Campos está descalzo)… ¿Por qué anda descalzo?
El Señor Campos se ve descubierto y se siente muy avergonzado. Duda, sin saber qué decir.
SEÑOR CAMPOS- Pues… por eso mismo… Porque… porque en este asunto hay que tener los pies en el suelo.
SEÑOR FUENTESECA- Sí, pero tanto…
SEÑOR CAMPOS- Ya me gustaría ver qué hacían en mi lugar. (Señala el cuadro) Todo el pueblo está pendiente de mi decisión.
SEÑOR FUENTESECA (mirando el cuadro)- Es verdad, es Villalimpia. ¿Quién lo ha pintado?
SEÑOR CAMPOS- Yo.
SEÑOR CENIZO- ¿Usted?
SEÑOR CAMPOS- Sí.
El Señor Cenizo, el Señor Barros y el Señor Fuenteseca se miran con complicidad)
SEÑOR CENIZO, SEÑOR BARROS Y SEÑOR FUENTESECA (al mismo tiempo)- ¡Qué bonito!
SEÑOR FUENTESECA- ¡Y qué colores!
SEÑOR BARROS- ¡Qué pincelada!
SEÑOR FUENTESECA- ¡Qué expresión!
SEÑOR BARROS- ¡Qué colores!
SEÑOR FUENTESECA- Eso ya lo he dicho yo.
SEÑOR BARROS- ¿Ah, sí? Es que… no sé qué más se puede decir… (Piensa)
SEÑOR CENIZO, SEÑOR BARROS Y SEÑOR FUENTESECA (al mismo tiempo)- ¡Qué belleza!
SEÑOR CAMPOS- No exageren, no es nada del otro mundo. Es un cuadro normal y corriente. El pueblo sí es bonito.
SEÑOR CENIZO- Y aún lo será más. Cuando hayan ampliado la escuela, cuando hayan hecho el parque infantil… y el Centro para la Tercera Edad… y el albergue.
SEÑOR CAMPOS (tristón)- ¡No saben cuánto me gustaría! Hace tiempo que todo eso está proyectado, pero no hay suficiente dinero en las arcas municipales.
SEÑOR CENIZO- Eso tiene fácil arreglo. (le hace un gesto al Señor Barros, y éste deja su maletín sobre la mesa) Alcalde, aquí tiene el Futuro de su pueblo.
El Señor Barros abre el maletín, de modo que el espectador no ve su contenido, sólo lo ve el Señor Campos. Del interior del maletín sale música celestial y una luz dorada. El Señor Campos abre mucho los ojos ante semejante visión.
SEÑOR BARROS- Es el dinero que, en nombre de todos los ciudadanos de la Corporación de Municipios, le ofrecemos a Villalimpia y a su alcalde como muestra de gratitud. Porque sabemos que Villalimpia es un pueblo generoso que no pondrá freno al progreso y al desarrollo del País.
SEÑOR CAMPOS (maravillado)- ¡Aquí hay mucho dinero!
SEÑOR FUENTESECA- Es el que ingresaremos mes a mes en las arcas municipales para que usted pueda disponer de él y así hacer esas mejoras en el pueblo…o lo que usted considere oportuno… si aprueba la ampliación y nos renueva los permisos otros cinco años. Después ya nos iremos.
El Señor Campos observa de nuevo el contenido del maletín, dudando. El Señor Barros se lleva al Señor Cenizo aparte, lejos del Señor Campos.
SEÑOR BARROS (al Señor Cenizo, sin que lo oiga el Señor Campos)- ¿Sólo cinco años? Eso no es lo que hablamos…
SEÑOR CENIZO (contriariado, en voz baja)- ¡Cállese! ¿Quiere estropearlo todo?
Vuelven junto al Señor Campos
SEÑOR CAMPOS (pensativo)- ¿Y dice que sólo serían cinco años?
SEÑOR CENIZO, SEÑOR FUENTESECA, SEÑOR BARROS (al mismo tiempo)- ¡Ni un día más!
SEÑOR CAMPOS (casi convencido)- Pues… en ese caso…
El Señor Cenizo mira al Señor Barros, apremiándolo. El Señor Barros saca inmediatamente un contrato de un bolsillo interior de su americana y se lo da al Señor Cenizo. Simultáneamente, el Señor Fuenteseca saca un bolígrafo de un bolsillo interior de su americana y se lo ofrece al Señor Cenizo. El Señor Cenizo coge el contrato y el bolígrafo. A continuación, el Señor Barros inclina la espalda y el Señor Cenizo apoya el contrato en ella y le ofrece el bolígrafo al Señor Campos.
SEÑOR CENIZO (satisfecho)- ¡Firme!
El Señor Campos duda. Pausa expectante. Finalmente coge el bolígrafo y firma el contrato. Cuando ya lo ha firmado, el Señor Cenizo, el Señor Barros y el Señor Fuenteseca observan el contrato con veneración, dando la espalda al Señor Campos e ignorándolo completamente. Finalmente el Señor Cenizo besa el contrato y lo guarda en su maletín, satisfecho. El Señor Barros cierra el maletín del dinero y se lo ofrece al Señor Campos, que lo coge dudando. El Señor Fuenteseca coge las copas que han usado para beber champán y las guarda en su maletín. Los tres visitantes se disponen a irse, pero de repente se detienen y se giran hacia el Señor Campos.
SEÑOR CENIZO, SEÑOR BARROS y SEÑOR FUENTESECA (al mismo tiempo)- ¡Y póngase los zapatos, hombre!
Salen los tres por la izquierda. Pausa. El Señor Campos coge la botella de champán que han olvidado sus visitantes y la mira, pensativo. Luego mira detenidamente el cuadro del pueblo, también pensativo.
SEÑOR CAMPOS (al cuadro) - ¿Crees que he hecho bien?
El cuadro, naturalmente, no responde. El Señor Campos abre el cajón donde ha guardado las zapatillas de deporte y las coge. Se agacha, dispuesto a ponérselas.
De repente el escenario se ilumina de azul. Se oye el grito de una mujer, primero a lo lejos, luego acercándose, hasta que entra en el escenario desde el lateral derecho, como empujada por un vendaval, una mujer, procurando no perder el equilibrio. Tiene el pelo desaliñado y viste ropas de colores, que más que prendas parecen trapos (un impermeable fosforescente, una camiseta con la inscripción “The number one”, falda corta, medias negras con agujeros y carreras por todas partes…) Lleva un paraguas viejo y agujereado y una mochila con forma de osito de peluche. Es el Hada Madrina. Finalmente pierde el equilibrio y cae al suelo. El Señor Campos la observa, desconcertado y asustado.
HADA MADRINA (sentada en el suelo, contrariada)- ¡Otra vez una piel de plátano!
SEÑOR CAMPOS (sorprendido y asustado)- ¿¡Pero… usted quién es!?
HADA MADRINA (contrariada)- ¡Decididamente, hay que limpiar este pueblo!
Se levanta y empieza a sacudirse el polvo de la ropa.
SEÑOR CAMPOS- ¿¿Pe…pero qué…?? Quiero decir, ¿cómo…? O sea…. ¿Cómo ha entrado?
HADA MADRINA (sacudiéndose el polvo)- Pises donde pises, siempre acabas resbalando por culpa de alguna porquería y terminas con el culo en el suelo. Y cuando has conseguido levantarte….¡Hala, otro resbalón y otra vez al suelo! Así no hay quien pueda hacer magia.
SEÑOR CAMPOS- ¿Pero… quién es usted?
HADA MADRINA- ¿Qué pasa, no tienes ojos en la cara? ¡Soy el Hada Madrina de Villasucia! ¡Pero si salta a la vista! ¿Qué pasa, te has dejado las gafas en casa?
Pausa. El Señor Campos la mira boquiabierto.
SEÑOR CAMPOS (sorprendido)- A ver si me entero… O sea… ¿Dice usted que es Hada Madrina de Villasucia?
HADA MADRINA- ¡Exacto! (le da una tarjeta de visita) Toma, mi tarjeta. Pero ahora trabajo en jornada intensiva, así que sólo me encontrarás por las mañanas.
SEÑOR CAMPOS- Ah… (siguiéndole la corriente) ¿Y… dónde cae eso de Villasucia?
El Hada Madrina, que observa con atención y curiosidad el despacho, no atiende al alcalde y por eso no oye la pregunta. Se sienta en la silla de despacho y apoya los pies sobre la mesa y silba, admirada.
HADA MADRINA- ¡Cómo mola tu despacho, tronco! ¡Esto sí que es elegancia! ¡Y qué limpieza! ¡Hacía tiempo que no veía un sitio tan limpio!
SEÑOR CAMPOS- ¡Señora, haga el favor de quitar los pies de la mesa! ¡Y levántese ahora mismo de mi silla!
HADA MADRINA (levantándose, indignada)- ¡Eh, un poco de respeto, que soy el Hada Madrina de tu pueblo!
SEÑOR CAMPOS- ¡Ya, y yo soy el Pájaro Loco! Además, mi pueblo, es decir, este pueblo, se llama Villalimpia, no Villasucia.
El Hada Madrina empieza a reírse a carcajadas.
HADA MADRINA (riéndose)- ¡Pero qué chorrada! ¡Yo me parto!
SEÑOR CAMPOS (ofendido)- ¡Haga el favor de salir de mi despacho! ¿No sabe con quién está hablando?
HADA MADRINA- Claro que sí, con Eduardo Campos, alcalde del pueblo que durante un tiempo se conoció como Villalimpia, pero que ahora todo el mundo conoce como Villasucia. (Pausa breve. El Señor Campos parece confundido) Y ahora mira hacia allí. (Señala hacia la derecha) ¿Qué ves?
SEÑOR CAMPOS- Nada…
HADA MADRINA- Haz un esfuerzo, hombre. ¿Para qué sirve la imaginación? Ya sabemos que esto es una obra de teatro y que ahí no hay nada, sólo el colega que te sopla el texto cuando se te olvida. Pero se supone que esto es un despacho, ¿no?
SEÑOR CAMPOS (desconcertado)- Sí…
HADA MADRINA- Y que la única puerta de entrada está ahí, que es por donde entra y sale la gente, ¿no? (señala a la izquierda)
SEÑOR CAMPOS- Hombre, pues… sí…
HADA MADRINA- Pues si en tu despacho no hay ninguna otra puerta ni tampoco hay ventanas… ¿qué es lo que hay ahí? (vuelve a señalar a la derecha, exigiendo la respuesta correcta)
SEÑOR CAMPOS (mirando a la derecha)- Pues… (Piensa) ¿La pared?
HADA MADRINA (satisfecha)- ¡Exacto! ¡La pared! ¿Y tú conoces a algún ser mortal que pueda entrar en el despacho de un alcalde cruzando la pared?
SEÑOR CAMPOS- No.
HADA MADRINA- ¡Claro, pues eso quiere decir que yo soy el Hada Madrina!
Pausa. El Señor Campos la mira, aún con desconfianza)
SEÑOR CAMPOS- Entonces enséñeme la varita mágica. Porque si es un Hada, tendrá una varita mágica, ¿no?
El Hada Madrina lo mira, contrariada por su desconfianza, pero finalmente accede: se quita la mochila, la abre y empieza a sacar objetos inverosímiles del interior mientras busca la varita.
HADA MADRINA (refunfuñando mientras busca)- ¡La varita! ¡Pero qué tonto eres! Desde que los tíos ésos de Walt Disney inventaron el rollo de la varita, todo el mundo piensa que las hadas somos como esas pavas que salen en las películas. (Saca de la mochila una varita que consiste en un tubo de plástico duro impregnado de purpurina, sobre el que hay pegada una estrella de plástico. La muestra al Señor Campos.) ¿Contento?
SEÑOR CAMPOS (decepcionado) ¿Esa cosa es su varita?
HADA MADRINA (ofendida)- ¿Qué pasa? Soy un hada modesta, tengo que conformarme con ir a las rebajas y las tiendas de todo a un euro. Pero mira qué pasada, si le doy aquí se ilumina la estrella.
(Le da un interruptor de la varita. No pasa nada)
HADA MADRINA (contrariada)- ¿Y ahora qué pasa?
(Le da varias veces al interruptor)
HADA MADRINA- A lo mejor se le han acabo las pilas...
(Saca dos pilas del bolsillo de su impermeable. A continuación le quita las pilas usadas a la varita y las tira en la papelera)
SEÑOR CAMPOS (saca las pilas de la papelera, contrariado)- ¡Eh, que las pilas hay que tirarlas en contenedores especiales!
(Deja las pilas sobre la mesa)
HADA MADRINA- ¿A que molesta? ¡Pues tendrías que ver la cantidad de porquería que hay por el suelo en el futuro! ¡Y todo por tu culpa!
SEÑOR CAMPOS- ¿Pero qué está diciendo?
HADA MADRINA- Tienes razón, actualmente este pueblo se llama Villalimpia. Pero dentro de unos años se llamará Villasucia. ¿Y sabes por qué? ¡Por culpa de ese vertedero! (Le pone las pilas nuevas a la varita y le da al interruptor. La estrella se ilumina. Muestra la varita al Señor Campos, satisfecha) ¿Qué? ¿Te crees ya que soy un hada?
(Pausa. El Señor Campos está completamente desconcertado)
SEÑOR CAMPOS- Pero... entonces eso quiere decir que usted viene del... del...
HADA MADRINA- ¡Sí señor, del futuro! (Presumiendo) Es lo que tiene la Teoría de la Relatividad. Para nosotras viajar por el tiempo está chupao.
SEÑOR CAMPOS- Pero... pero...
(Entra con energía por la izquierda el Señor Montes, más o menos de la misma edad que el Señor Campos. Viste vaqueros y una camisa verde. Tras él entra FLORA, atolondrada. Lleva un vestido con flores estampadas)
FLORA (disculpándose) - Perdone, Señor Alcalde, no lo he podido evitar.
SEÑOR MONTES- ¡No dejaré que firmes esa ampliación del vertedero, Campos!
SEÑOR CAMPOS- ¡Vaya! ¿Aún sigues aquí, Montes?
SEÑOR MONTES- ¡Sí, pero ya empezaba a aburrirme!
FLORA- Es que ya se ha leído el prospecto de mi medicamento.
SEÑOR CAMPOS- ¿Y qué tal las Páginas Amarillas? ¿No quieres leértelas?
SEÑOR MONTES- Ya las puedo leer en casa. Por favor, déjenos solos, Flora.
(Flora se dispone a salir)
SEÑOR CAMPOS- ¡Un momento! (Flora se detiene) Soy yo quien debe decidir lo que tiene que hacer mi secretaria. ¿Estamos?
FLORA- Claro, claro, Señor Alcalde. Dígame qué quiere que haga.
SEÑOR CAMPOS- Déjenos solos, Flora.
(Flora sale por la izquierda, desconcertada)
SEÑOR CAMPOS (al Hada Madrina)- Tendrá que disculparme un momento.
HADA MADRINA- Tranquilo, tú a lo tuyo.
SEÑOR MONTES (intrigado)- ¿Con quién hablas?
SEÑOR CAMPOS- Pues con una... (Calla y lo mira, desconcertado)- ¿Es que tú no la ves?
SEÑOR MONTES- ¿A quién?
SEÑOR CAMPOS- A la tía rara ésta... Dice que es el Hada del pueblo.
HADA MADRINA (ofendida)- ¡Eh, un poco de respeto! ¿No?
(Pausa. El Señor Montes mira a su alrededor, confuso)
HADA MADRINA- Él no puede verme ni oirme. Sólo tú puedes hacerlo. Es mi voluntad. Deberías estar contento, eres un tío con suerte.
SEÑOR CAMPOS (al Señor Montes)- ¿De verdad no la ves?
(Pausa. El Señor Montes mira al Señor Campos, preocupado)
SEÑOR MONTES- Oye, Campos... Vale, sí, estoy muy mosqueado contigo por lo del vertedero pero... eres mi amigo y... me preocupa que... ¿¿De verdad pienses que aquí hay un hada??
(El Hada Madrina va hacia la mesa del despacho, se sienta en la silla y observa el router y el ordenador, llena de curiosidad)
SEÑOR CAMPOS- Ahora mismo está sentada en mi silla y mira el router y el ordenador (el Hada Madrina empieza a teclear en el ordenador, divertida) ¡Eh, Señora, que ese teclado es muy delicado! (le aparta las manos) ¿Es que no sabe comportarse?
(El Hada Madrina se levanta de la silla, contrariada)
HADA MADRINA- ¡Pues claro! ¡Más que tú!
(El Señor Montes se sienta en la silla y descuelga el teléfono)
SEÑOR MONTES- Voy a llamar al médico, creo que te iría bien descansar unos días. (empieza a marcar un número) Trabajas demasiado, tienes demasiadas responsabilidades, estas sometido a mucha presión...
SEÑOR CAMPOS (contrariado)- ¡Que no te sientes en mi silla, Montes, que no es la butaca de un cine! ¡Vamos, levántate! (El Señor Montes se levanta. El Señor Campos le coge el auricular y cuelga) ¡Y no vas a llamar a nadie! Ya sé lo que quieres... Quieres que me vaya a casa y me meta en la cama para que hoy no pueda firmar la ampliación, ¿verdad que sí?
HADA MADRINA- ¡Pero qué morro tienes! ¡Si ya la has firmado!
SEÑOR CAMPOS- ¡Usted no se meta, señora, que esto es Política!
SEÑOR MONTES- Sabes de sobra que esa ampliación es demasiado grande, que habría que quitar medio bosque y que las medidas de seguridad no son tan buenas como dicen.
SEÑOR CAMPOS- Yo lo que sé es que hay que ampliar la escuela, que la gente no para de pedirme un centro de día para los ancianos, que los restauradores quieren ver terminado el albergue juvenil YA, y que los niños necesitan un parque infantil.
SEÑOR MONTES- ¿Y para darles un parque infantil les vas a quitar el bosque, los campos, el aire limpio y las fuentes? ¡No necesitamos el parque infantil, no a un precio tan alto!
HADA MADRINA- ¡Bien dicho, tronco!
SEÑOR CAMPOS (al Hada Madrina)- ¡Usted no se meta!
HADA MADRINA- ¿Por qué no? ¡Este tío sabe mejor dónde pisa tú!
SEÑOR CAMPOS- ¡Yo también sé dónde piso!
(El Señor Montes y el Hada Madrina descubren que el Señor Campos va descalzo. El Hada Madrina empieza a mofarse)
SEÑOR MONTES (riéndose)- ¡Ya lo creo, eso sí es saber dónde pisas! ¿Por qué vas descalzo?
SEÑOR CAMPOS- Es que... así estoy más cómodo.
SEÑOR MONTES- Tú verás... Pero te lo repito: no permitiré que firmes esa ampliación. La gente del pueblo no está dispuesta a...
SEÑOR CAMPOS (interrumpiéndolo, desafiante)- Ya lo he hecho.
SEÑOR MONTES- ¿¿Qué??
SEÑOR CAMPOS- Ahora mismo. La semana que viene empezarán a remover tierras.
(Pausa larga. El Señor Campos y el Señor Montes se miran, tensos)
SEÑOR MONTES- Pensaba que éramos amigos. Y que mi opinión y la de la mayoría de la gente de Villalimpia serviría para algo.
SEÑOR CAMPOS- Tranquilo. Yo ya sé qué le conviene al pueblo.
(Pausa)
SEÑOR MONTES- No vuelvas a dirigirme la palabra, Eduardo. Nunca más.
(Se dispone a irse)
SEÑOR CAMPOS- ¡Venga, hombre, no te lo tomes así! Somos amigos, ¿no?
SEÑOR MONTES- Eso es lo que pensaba hasta ahora.
(El Señor Montes se va. El Señor Campos se muestra abatido)
HADA MADRINA- Has metido la pata hasta el fondo, tronco. Y yo también, he llegado demasiado tarde. Quería llegar antes de que lo firmaras, pero aún no domino lo de viajar en el tiempo. Falté a algunas clases del cursillo y... ya ves.
SEÑOR CAMPOS- ¿Qué pasó? ¿Hiciste pellas?
HADA MADRINA (ofendida)- ¡Eh, que yo soy un hada responsable! No. Tuve que ir a ver a mi madre, que estaba enferma y vive en la otra punta del planeta. Así que no te pases de listo.
SEÑOR CAMPOS (que no se lo termina de creer)- Ya...
HADA MADRINA (pensando)- Pero quizá aún se podría hacer algo...
SEÑOR CAMPOS- ¿Algo? ¿Como qué?
HADA MADRINA- Podría transportarte al pasado... (cada vez más entusiasmada) ¡Sí, eso eso! ¡Unos minutos antes de que firmes el contrato! (Busca en su mochila) A ver si lo he traído...
(Empieza a sacar de nuevo cosas de la mochila y las deja sobre la mesa: un osito de peluche, un pato de goma, unos guantes de boxeo, unas gafas de esquí, unas aletas de buceo...)
HADA MADRINA (buscando todavía)- ¿Dónde lo habré metido?
(El Hada Madrina sigue buscando. Saca de la mochila una zanahoria, unos calcetines sucios, un peine enorme y un cencerro. El Señor Campos reacciona con sorpresa ante cada objeto)
HADA MADRINA- ¡Aquí está! (saca un despertador antiguo con unos cables y lo muestra al Señor Campos, satisfecha. Marca una hora distinta a la de la función.) Sólo hay que atrasarlo un cuarto de hora y luego decir las palabras mágicas.
SEÑOR CAMPOS- Pero si no marca la hora, mire. (Le muestra la hora que marca su reloj de pulsera)
HADA MADRINA- Claro, es que marca la hora del lugar donde vive mi madre. Así yo la llamo para que no se le olvide tomar la pastilla. ¡Bueno, pues nada, nos vamos! (Atrasa el despertador un cuarto de hora). Y ahora las palabras mágicas.
SEÑOR CAMPOS- Es que no estoy muy seguro de querer volver al pasado.
HADA MADRINA- ¿Pero qué me estás contando?
SEÑOR CAMPOS- Pues que no tengo intención de cambiar las cosas. Estoy convencido de que he hecho bien, así que si volviese al pasado, volvería a firmar la ampliación.
HADA MADRINA- ¿Así que no te arrepientes de haber firmado el contrato?
SEÑOR CAMPOS- No.
(Pausa)
HADA MADRINA (molesta)- ¿¿Y no me lo podías haber dicho antes de que vaciara la mochila?? ¿¿Tienes idea de lo que me va a costar volver a meter todo eso ahí dentro??
(Empieza a meter todos los objetos dentro de la mochila, con dificultad. El despertador, sin embargo, lo deja a un lado)
SEÑOR CAMPOS- Perdone, pero usted no me lo ha consultado. Y el asunto tiene su importancia, así que tenía que haberme preguntado.
HADA MADRINA- Así que tenía que habértelo preguntado, ¿no?
SEÑOR CAMPOS- Sí.
HADA MADRINA- Porque a ti te parece que es un asunto importante, ¿no?
SEÑOR CAMPOS- Claro.
HADA MADRINA (incisiva)- ¿Entonces por qué no has consultado tú con el resto del pueblo lo del vertedero? ¿Por qué no has hecho un referéndum ni nada? ¿Qué pasa? ¿No te parece un asunto importante?
(Pausa larga. El Señor Campos no sabe qué decir)
SEÑOR CAMPOS- Oiga, no me cambie de tema. Ahora estamos hablando de viajar en el tiempo.
HADA MADRINA- Mira, vamos a hacer una cosa: no te llevaré al pasado. Aún no. ¿Sabes qué haré? ¡Te llevaré al futuro!
SEÑOR CAMPOS- ¿Al futuro?
HADA MADRINA- Así verás en qué se ha convertido Villalimpia. Mejor dicho: Villasucia. Y después tomas tu decisión. ¿Qué te parece?
(Pausa. El Señor Campos duda)
SEÑOR CAMPOS- No sé, no sé...
HADA MADRINA- Vamos, hombre, anímate. ¡Lo que pagaría la gente por ver su futuro! ¡Y conmigo lo verás gratis!
SEÑOR CAMPOS- ¿Seguro?
HADA MADRINA- Considéralo una oferta de lanzamiento y de promoción, que tal como están las cosas, no me vendrá nada mal...
SEÑOR CAMPOS- ¿Y podré regresar aquí cuando quiera?
HADA MADRINA- Cuando tú me lo digas. Mira, haremos un trato: cuando se ponga el sol, volvemos al presente. ¿Qué te parece?
(El Señor Campos duda unos momentos)
SEÑOR CAMPOS- Vale.
(Se estrechan la mano para cerrar el trato)
HADA MADRINA (saca su móvil)- Pero antes tengo que llamar a mi madre. Es que es muy sufridora, ¿sabes? Tengo que decirle adónde voy porque si me llama y no contesto se agobiará y empezará a llamar a los hospitales, a las comisarías, a los programas esos de la tele donde buscan personas desaparecidas... y se gastará una pasta en llamadas.
SEÑOR CAMPOS- Pero si su madre es un hada... debería saber dónde esta usted sin necesidad de que se lo diga, ¿no?
HADA MADRINA- Oye, no te pases de listo, que no tienes ni idea.
SEÑOR CAMPOS- Bueno... yo sólo digo que...
HADA MADRINA (interrumpiéndolo)- Mi madre no es un hada.
SEÑOR CAMPOS- ¿Ah, no?
HADA MADRINA- No, era cajera de un supermercado. Ahora ya está jubilada. Y los poderes mágicos los he heredado de mi padre, que es un genio.
SEÑOR CAMPOS- Ah... ya... ¿y él a qué se dedica?
HADA MADRINA- ¡Te lo acabo de decir! ¡Es un genio! De los que viven en una lámpara maravillosa y todo eso.
SEÑOR CAMPOS- ¿Ah, sí? ¿Y qué pasó? ¿Su madre la encontró mientras viajaba por el desierto de Arabia?
HADA MADRINA- No, la encontró haciendo castillos de arena en la playa de Torrevieja.
SEÑOR CAMPOS- Ah...
HADA MADRINA (triste)- Sí. Y hace un año se pelearon porque querían ir de vacaciones a lugares distintos y mi padre volvió a meterse dentro de la lámpara. Y desde entonces no ha salido (suspira) Habrá que esperar a que se le pase el mosqueo.
SEÑOR CAMPOS- Tranquila, ya verá cómo pronto se le pasa...
HADA MADRINA- Ya, pero lo que para ti es pronto... para un genio pueden ser siglos... Como viven una eternidad... (Suspira de nuevo y marca un número en su móvil) Tranquilo, no tardaré mucho.
(Mientras el Hada Madrina espera respuesta en su móvil, el Señor Campos coge el despertador y lo examina con curiosidad)
HADA MADRINA (al teléfono)- ¿Mamá?... Sí, soy yo... Ahora estoy en Villalimpia, pero llamaba para decirte precisamente que... Ya lo sé, mamá, pero es que me aburría un poco, que en el Polo Sur no vive nadie, y los pingüinos no es que te den mucha conversación, precisamente... Pues mira, te llamaba para decirte que si me llamas a la hora de cenar no voy a estar, que vuelvo a Villasucia, y como ahí no hay buena cobertura... ¿Cuánto tiempo? Oye, mamá, no me controles tanto, que ya no soy una niña... ¡Pues lo que haga falta!... (El Señor Campos sigue la conversación telefónica. El Hada Madrina se da cuenta y se aparta pero habla para que el Señor Campos escuche lo que dice) No, un día entero no creo, ¿no ves que aquello está hecho un asco? No me apetece quedarme mucho, sólo voy por trabajo.
(El Hada Madrina se da cuenta de que el Señor Campos ha vuelto a acercársele para escuchar la conversación. El Señor Campos disimula y el Hada Madrina se aparta de él)
HADA MADRINA (al teléfono, en tono confidencial)- No es verdad, mamá, seguramente pasaré más tiempo en Villasucia, pero él aún no lo sabe... ¿Que quién es él? Pues el alcalde de Villalimpia... ¿¿Pero qué te has creído?? ¡Sólo vamos por trabajo, que yo no quiero líos!... Tranquila, ya soy mayorcita y me sé cuidar... (El Señor Campos vuelve a manosear el despertador, lleno de curiosidad) Sí, llevo el paraguas... Sí, también la pasta de dientes y el cepillo... Bueno, ¿y sabes algo de papá? ¿Ha salido ya de la lámpara?... Tranquila, mujer, ya saldrá. Tú frótala de vez en cuando, a ver qué pasa.
(De repente el Señor Campos toca algo del despertador y éste empieza a sonar de forma estridente. El Señor Campos no sabe cómo pararlo.)
HADA MADRINA- ¡Perdona, mamá, pero tengo que colgar, ya te llamaré cuando vuelva! (Cuelga. Le quita precipitadamente el despertador al Señor Campos) ¿Pero qué haces? (para la alarma)
(Entra precipitadamente por la izquierda FLORA, alarmada)
FLORA- ¿Qué pasa? (ve al Hada Madrina) ¿Quién es usted? ¿Cómo ha entrado?
HADA MADRINA- Soy el Hada Madrina de...
SEÑOR CAMPOS (interrumpiéndola)- Es una visita.
FLORA- ¿Y tenía cita previa?
SEÑOR CAMPOS- Bueno... no, exactamente... Digamos que ha sido una visita inesperada.
FLORA (suspicaz)- Ya... Así que se ha colado... ¿Cuándo ha sido? ¿Cuando he ido al lavabo?
HADA MADRINA- No. He entrado por la pared.
SEÑOR CAMPOS (a Flora, cortado)- Je, je... es que es muy bromista...
FLORA- Disculpe, Señor Alcalde, pero yo no le veo la gracia.
SEÑOR CAMPOS- No es ninguna broma. He entrado cruzando la pared. Soy el Hada Madrina del pueblo.
FLORA- ¡Y además está loca! ¿Quiere que llame a la policía, Señor Alcalde?
SEÑOR CAMPOS- ¿Por qué?
FLORA- ¿Cómo que por qué? ¡Pues porque esta mujer está como un cencerro y puede ser peligrosa!
SEÑOR CAMPOS- Hombre... Cuerda, cuerda tampoco está...
(El Hada Madrina va hacia el Señor Campos, enfadada. FLORA, alarmada, se interpone entre el Hada y el Alcalde)
FLORA- ¡No dé un paso más o llamo a la policía!
HADA MADRINA- Oye, un poco de respeto, que vengo a echaros una mano. ¡No me trates como si fuera una delincuente!
(El Hada Madrina intenta apartarla pero Flora no se deja. Forcejean. El Señor Campos intenta separarlas inútilmente)
SEÑOR CAMPOS- ¡Por favor, chicas, no os peleéis!
( De repente Flora descuelga el teléfono fijo y empieza a atar al Hada con el cable del auricular)
HADA MADRINA- ¿Pero qué haces?
FLORA- ¡Huya, Señor Alcalde! ¡Huya y llame a la policía!
SEÑOR CAMPOS- Por favor, Flora, cálmate...
HADA MADRINA- ¡Suéltame ahora mismo o te convierto en... en un boniato!
SEÑOR CAMPOS ¡Flora, que la sueltes! ¡No es lo que parece!
(El Hada Madrina logra escabullirse de sus ataduras. Corre intentando esquivar a Flora, que quiere atarla de nuevo)
HADA MADRINA- ¡Será mejor que nos larguemos al futuro ahora mismo! ¿Listo?
SEÑOR CAMPOS- ¡Un momento, que me pongo los zapatos!
HADA MADRINA- ¡No hay tiempo! “Patatín, Patatuno, llévanos al futuro” (no pasa nada) ¡Anda, se me ha olvidado la fórmula mágica!
(Flora atrapa de nuevo al Hada Madrina con el cable telefónico. Forcejean, se caen detrás de la mesa y las perdemos de vista)
FLORA- ¡Ya eres mía!
HADA MADRINA- ¡Que te crees tú eso! “¡Patarín, Patarato, conviértete en boniato!”
(El escenario se ilumina momentáneamente como si hubiese caído un rayo. Silencio. Al cabo de unos segundos aparece detrás de la mesa el Hada Madrina, satisfecha, con un enorme boniato en la mano)
HADA MADRINA -¡Toma, por plasta! (Al Señor Campos) ¿A que soy genial?
SEÑOR CAMPOS (alarmado)- ¡¡Pero qué ha hecho!! (Le coge el boniato y lo sujeta delicadamente entre sus manos. Al boniato, casi llorando:) ¡Flora, perdóname, ha sido culpa mía!
HADA MADRINA- Menos numeritos y a lo nuestro, que ya me acuerdo de la fórmula mágica.
(Le quita el boniato y lo tira al suelo)
SEÑOR CAMPOS (por el boniato)- ¿Y qué le pasará a Flora?
HADA MADRINA- Tranquilo, el hechizo sólo dura unos minutos, así que volverá a ser normal. Venga, dame la mano. (El Señor Campos duda) ¡Vamos, que no tengo todo el día! (Finalmente el Señor Campos le ofrece tímidamente la mano. Ella la coge con fuerza) ¿Listo? (cierra los ojos) “Patatiro, Pataturo, llévanos al futuro.”
(Las luces se apagan y el escenario se queda a oscuras. Se oye ruido de viento huracanado. Simultáneamente se empieza a oir el tic-tac de muchos relojes de cuerda, sonidos de relojes de cu-cú y relojes de carillón dando las horas. Primero el ruido es sólo un rumor, pero poco a poco el volumen va subiendo.)
VOZ DEL SEÑOR CAMPOS- ¡¡Que me mareo!! ¡¡No vaya tan deprisa!!
VOZ DEL HADA MADRINA- ¡¡Guaaaauuuu!! ¡Qué pasada!
VOZ DEL SEÑOR CAMPOS (alarmado)- ¡¡Cuidado con el semáforo!!
(Se oye un frenazo y a continuación el claxon de un coche)
VOZ DEL HADA MADRINA- ¡Qué fuerte! ¡Hoy hay mogollón de gente viajando por el tiempo! ¡Ni que fuese domingo!
VOZ DEL SEÑOR CAMPOS- ¡Si lo llego a saber me pongo casco! ¿Pero dónde le dieron el carnet de Hada? ¿En una tómbola?
(Mientras dice ésta última réplica, al Señor Campos le cambia progresivamente la voz desde el tono grave del adulto hasta el tono agudo del niño)
VOZ DE HADA MADRINA- ¡¡Ya llegamos, agárrate, que voy a aterrizar!!
(Se oye una sucesión de golpes prolongados y ruidosos. A continuación una luz amarillenta y mortecina ilumina el escenario. En medio del escenario hay un columpio oxidado, sucio y muy estropeado. Al fondo del escenario, un panel simula un muro de cemento lleno de graffitis. En los laterales, troncos raquíticos, casi rídículos –más bien parecen ramitas-, de árboles plantados en macetas. Por todas partes, basura y desperdicios de todo tipo: cajas de cartón, de polexpán, plásticos, latas, botellas, pieles de plátano y muchas bolsas de basura.
En el columpio hay una NIÑA de mirada ausente, columpiándose leve y mecánicamente. El Señor Campos se ha convertido en un niño y ahora la americana y los pantalones elegantes que llevaba durante la visita del Señor Barros, el Señor Cenizo y el Señor Fuenteseca le quedan inmensamente grandes. Aún va descalzo. Está sentado en el suelo y se frota la cabeza, como si se hubiese dado un golpe causado por el “aterrizaje”. La Niña parece ignorar su presencia. El Hada Madrina ha desaparecido. CAMPOS NIÑO huele el aire y se tapa la nariz como si hubiese olido un pestazo insoportable. A continuación mira a su alrededor con estupor. Ve a la Niña en el columpio. Haciendo un esfuerzo, se quita la mano de la nariz e intenta acostumbrarse al mal olor. Pero por sus muecas vemos que le resulta difícil.)
CAMPOS NIÑO- Niña... (La Niña no le hace caso y continúa columpiándose) ¡Psst! ¡Eh, niña! (La Niña continúa columpiándose sin hacerle caso. Campos Niño va hacia ella pero tropieza con sus propios pantalones, cae al suelo y se mancha de porquería) ¡Qué asco!
(Campos Niño se quita los pantalones elegantes y la americana. Debajo lleva unos vaqueros y una camisa blanca idénticos a los que llevaba en el despacho, cuando era adulto, pero de su talla actual de niño. Se sitúa junto a la Niña)
CAMPOS NIÑO- ¿Cómo te llamas, niña?
(La Niña deja de columpiarse y lo mira)
NIÑA- Me llamo Niña.
CAMPOS NIÑO- ¿Y ya está? ¿Sólo Niña?
NIÑA- ¿No te gusta?
CAMPOS NIÑO- Bueno... No sé... Hay nombres más bonitos...
NIÑA- ¿Ah, sí? ¿Cuáles?
CAMPOS NIÑO- Pues... Rosa, por ejemplo. O Margarita. Nombres de flores.
NIÑA- ¿Flores? (Piensa) Ah, sí... Una vez vi una. Era bonita.
CAMPOS- ¿De qué color era?
NIÑA (pensando)- No me acuerdo. De eso ya hace mucho tiempo, yo era muy pequeña.
(Pausa. La Niña observa a Campos Niño con curiosidad)
NIÑA- ¿Y tú quién eres?
CAMPOS NIÑO- ¿Yo? (Duda) Antes era el alcalde de Villalimpia. Pero ahora no estoy seguro de quién soy.
NIÑA- ¡Pero qué dices! ¿Tú, alcalde? ¿Me tomas el pelo? ¡Pero si sólo eres un crío!
CAMPOS NIÑO- ¡Que no, que hablo en serio!
NIÑA- ¡Además, hace mucho que el pueblo no se llama Villalimpia, me lo han dicho en la escuela! Ahora se llama...
CAMPOS NIÑO (triste, interrumpiéndola)- Sí, ya lo sé: Villasucia. (Mira a su alrededor) Salta a la vista. (Pausa) ¿Qué pasó?
NIÑA- ¿Qué quieres decir?
CAMPOS NIÑO- ¿Cómo se convirtió Villalimpia en Villasucia?
NIÑA- No lo sé. Esto lo cuentan en Secundaria, y yo aún estoy en Primaria. Tendrías que preguntarlo en la escuela.
CAMPOS NIÑO (inicia una salida por la derecha)- Pues vamos a preguntarlo.
NIÑA- ¿Dónde vas?
CAMPOS NIÑO- A la escuela.
NIÑA- ¡Pero si está muy lejos, no se puede ir andando!
CAMPOS NIÑO- ¡Qué dices! ¡Pero si está aquí mismo, detrás del Ayuntamiento!
NIÑA- Ah... Tú quieres decir la antigua escuela. (Ríe) ¡Pero si hace un montón de tiempo que la cerraron! ¡Antes de que yo naciera, así que ya ves! ¿Pero tú de dónde sales?
CAMPOS NIÑO- ¿La cerraron?
NIÑA- Sí, por culpa de la peste y los olores, decían que eran muy malos para los niños.
CAMPOS NIÑO- Pues... la verdad es que la peste es insoportable.
NIÑA (sorprendida) - ¿Ah, sí?
CAMPOS NIÑO- ¿Tú no la hueles?
NIÑA (dudando)- No lo sé... (Piensa) El pueblo siempre ha tenido este olor. A lo mejor ya me he acostumbrado.
(La Niña vuelve a columpiarse mecánicamente, con la misma actitud ausente que al principio. Campos Niño mira a su alrededor y examina los desperdicios con asco, procurando no pisarlos. Entra por la izquierda CHARLIE, es un muchacho de unos 13 años. Va vestido a lo rapero, con cazadora, pantalones anchos y caídos, zapatillas y gorra con visera puesta al revés. Esconde algo en su mano, que oculta en el interior de la cazadora. Mira a Campos Niño, primero con sorpresa y después con desconfianza. Duda. Finalmente se dirige al muro del fondo, mira a un lado y a otro, y saca lo que ocultaba en la cazadora: dos sprays de pintura. Empieza a escribir en la pared “Queremos un pueblo limpio”. Mientras Charlie escribe, Campos Niño se dirige a la Niña).
CAMPOS NIÑO- Niña, ¿quién es ése?
(La Niña se da la vuelta y ve a Charlie escribiendo en el muro. Baja inmediatamente del columpio, enfadada)
NIÑA- ¿Ya estamos otra vez, Charlie? ¡Deja ya eso!
CHARLIE- No me hables, niña, que me desconcentras.
NIÑA- ¿A que aviso a los guardias?
CHARLIE (imitándola de modo ridículo)- “¿A que aviso a los guardias?” ¡Mira que eres pava!
CAMPOS NIÑO (a Charlie)- ¿Qué estás haciendo?
CHARLIE- ¿No lo ves, tronco? Un graffiti.
CAMPOS NIÑO- ¿Y a ti te parece que eso está bien? ¿No te das cuenta de que ensucias la pared?
(Charlie mira a Campos Niño y se echa a reír)
CHARLIE- Yo lo flipo. ¡Pero si está todo hecho un asco! Además, ¿tú quién eres para decirme lo que tengo que hacer? ¿De dónde has salido?
CAMPOS NIÑO (digno)- Soy el alcalde del pueblo.
CHARLIE- Ya... Y yo soy Spiderman.
(Continúa escribiendo el graffiti)
NIÑA (a Charlie, indignada)- Eres un... un... (busca un insulto fuerte. Finalmente lo encuentra)... ¡¡un reaccionario!!
(Charlie la mira, desconcertado)
CHARLIE- ¿Y eso qué es?
NIÑA- ¡No lo sé, pero es algo muy feo! ¡Lo dijeron en la tele!
(Charlie va hacia la Niña, amenazador)
CHARLIE- ¿A que te parto la cara?
(La Niña no se asusta y va hacia Charlie, desafiante, dispuesta a enfrentarse a él. Campos Niño se coloca entre ambos para interceder)
CAMPOS NIÑO (mediando)- Vamos, vamos... no os peléis. (A la Niña, por Charlie) Tiene razón, total... está todo tan sucio...
(Pausa breve. Charlie y la Niña se miran, aún tensos. Finalmente Charlie le hace un gesto despectivo y va de nuevo hacia la pared para terminar su pintada. Una vez la termina, firma “Charlie”.)
CHARLIE (por su pintada, satisfecho)- Ha quedado guay. (Los mira. De repente mira hacia la derecha, alarmado, esconde los sprays de pintura en el interior de su ropa y se dirige a Campos Niño)- ¡Eh, tú, busca algo con lo que jugar, rápido!
CAMPOS NIÑO- ¿Qué pasa?
CHARLIE- ¡Calla y busca!
(Charlie empieza a buscar precipitadamente entre los desperdicios del suelo. Campos Niño busca tambien, confuso. Finalmente Charlie encuentra una pelota de plástico muy deshinchada)
CHARLIE- Esto servirá.
(Va al lateral izquierdo del escenario y retira una de las macetas para formar una portería de fútbol, se sitúa en el espacio que ha quedado, a modo de portero, y le lanza la pelota a Campos Niño. Campos Niño la coge, confuso. Charlie adopta la típica posición del portero ante un penalty y empieza a hablar en un tono excesivamente alto) ¡Esta vez lo pararé! ¡Vamos, vuelve a chutar!
CAMPOS NIÑO (desconcertado)- No puedo, no llevo zapatos.
(Charlie y la Niña le miran los pies y lo miran a él, muy sorprendidos)
CAMPOS NIÑO (cortado)- Es que... me gusta ir descalzo.
NIÑA- ¿¿Con toda esta porquería desparramada en el suelo??
CHARLIE- ¡Bueno, da igual! ¡Tú disimula!
(Entra por la derecha el robot P-2. Lleva un gorro de policía y carga con un montón de bolsas de basura. Habla con voz metálica.)
P-2 – Transporte número quinientos cuarenta y nueve de residuos industriales y residuos sólidos urbanos no orgánicos. Procedencia confidencial. Número de registro nueve cero cero cuatro barra siete y medio. Ciento cincuenta quilos. ¡Uf, cómo pesa!
(Tira las bolsas de basura al suelo)
CAMPOS NIÑO (escandalizado, a P-2)- ¿Pero qué hace?
CHARLIE- No te metas. Vamos, chuta.
P-2 (observando a Campos Niño)- Procesando cara de niño impertinente en el software. Rostro desconocido. Forastero. Extraño. Extranjero. Lárgate, niñato.
CAMPOS NIÑO (A Charlie)- ¿Pero tú le estás oyendo?
CHARLIE- Ni caso. Vamos, chuta.
(P-2 descubre el graffiti en la pared)
P-2- Atención, descubierta pintada clandestina reaccionaria. Sabotaje. Procesando el nombre de la firma “Charlie” en la base de datos. Origen desconocido.
NIÑA- Yo le diré quién ha sido, Señor Pe Dos.
(Baja del columpio, dispuesta a delatar al Charlie. Pero Charlie va hacia ella y la mira, amenazador).
NIÑA- Ha sido...
(Charlie le tapa la boca con la mano. La Niña se resiste y gesticula, protestando)
CHARLIE (a P-2, disimulando)- Ha sido un tío de metro noventa, cachas y con pelo negro. No lo había visto en mi vida, seguramente no es del pueblo. (a Campos Niño) ¿A que no?
CHARLIE (siguiéndole la corriente)- ¡Qué va, qué va!
P-2 (a Campos Niño)- ¿Y tú quién eres? Identificación.
(Campos Niño no sabe qué decir)
CHARLIE- Es mi primo. Ha venido a pasar unos días con nosotros. Parece ser que los aires de aquí le sientan muy bien.
(P-2 mira a Charlie y a continuación mira a Campos Niño. Campos Niño respira profundamente para demostrar que lo de los aires es verdad. Empieza a toser)
CHARLIE (disculpándolo)- Es que aún no se ha acostumbrado, siempre tarda unos días. Vive en la montaña, ¿sabe?
(P-2 inicia una salida por la derecha)
P-2 – Instrucciones precisas. Informar. Reportar. Búsqueda y captura. Castigo ejemplar. ¡Qué vida más dura, la del robot!
(Sale por la derecha. Al cabo de unos instantes Charlie suelta a la Niña)
NIÑA (muy enfadada)- ¡Idiota!
CHARLIE- ¡Que te calles, niñata!
NIÑA- Si no te gusta Villasucia, ¿por qué no te vas?
CHARLIE- Porque es mi pueblo, ¿qué pasa?
CAMPOS NIÑO (sorprendido) - ¿A ti te gusta como está, Niña?
NIÑA- ¡Pues sí! Los Señores de “Basuras y Asociados” dicen que es un ejemplo de progreso y modernidad. Y los Señores de “Basuras y Asociados” son muy sabios, lo dice la tele.
CHARLIE- ¡Pero qué pava es esta niña!
NIÑA- Y tú no te pases, o voy ahora mismo a los guardias y les digo que has sido tú quien ha hecho la pintada. Les diré que tú eres Charlie.
CAMPOS- ¿Qué pasa, no se llama Charlie?
CHARLIE- No.
NIÑA- Se llama Niño. Pero a él le gusta que le llamen Charlie. ¡Ya ves qué tontería! ¡Si es que es un inmaduro!
CHARLIE- Mira quién habla.
(La Niña se dispone a salir por la derecha, enfadada. Charlie la detiene)
CHARLIE (alarmado)- ¿Pero tú estás tonta? ¡Me encerrarán un mes en casa sin dejarme salir! Venga, enróllate. ¡Si no se lo cuentas haré lo que quieras!
(La Niña se detiene, dudando)
NIÑA- ¿Lo que yo quiera?
CHARLIE- Sí.
(La Niña duda. Finalmente va hacia el columpio, coge una muñeca hecha pedazos que hay en el suelo, con aspecto de estar casi nueva, y se la ofrece a Charlie)
NIÑA- Pues arréglame esta muñeca.
CHARLIE- ¿De dónde las has sacado? ¿De la basura?
NIÑA- Sí. ¿A que es bonita?
CHARLIE (resignado)- Vale, la arreglaré. Si está chupao.
(Coge los brazos, la cabeza y las piernas e intenta encajarlo todo en el tronco de la muñeca. No puede. Se desespera.)
CHARLIE (devolviéndola la muñeca)- Pues no se puede. Lo siento, búscate la vida.
NIÑA (contrariada)- ¡Me has engañado! ¡Te vas a enterar!
(La Niña inicia de nuevo una salida por la derecha)
CAMPOS NIÑO- ¡Espera! (La Niña se para) Déjame intentarlo a mí. (Le coge la muñeca y empieza a encajar todas sus piezas. Por la muñeca:) ¿De verdad te gusta?
NIÑA- Claro. A mí las muñecas me gustan mucho.
CAMPOS NIÑO- ¿Y por qué no te compras una nueva?
NIÑA- ¿Para qué? Si andando por la calle encuentras un montón de juguetes que están casi nuevos, hay niños que se cansan en seguida de jugar con ellos y los tiran. Como tienen tantos...
(Campos Niño le devuelve la muñeca completamente montada)
NIÑA (cogiendo la muñeca, contenta)- ¡Muchas gracias! (la mira) Parece hasta nueva. (A Campos Niño, agradecida) ¿Cómo te lo podría agradecer? (Piensa) ¡Ya sé! Te buscaré unos zapatos. (Empieza a buscar entre los desperdicios. Encuentra unos zapatos sucios y viejos). Toma, póntelos.
CAMPO NIÑO (apurado)- Eh... no gracias, te lo agredezco... pero no. Prefiero ir descalzo.
NIÑA (extrañada)- ¿Seguro?
CAMPOS NIÑO- Sí, es que... (improvisando) El médico me lo ha recomendado.
NIÑA- Vale.
(Inicia una salida por la izquierda. Se detiene. Vuelve atrás, le da un beso en la mejilla a Campos Niño y, ahora sí, sale por la izquierda. Charlie y Campos Niño la observan mientras se va.)
CHARLIE- Estás hecho un manitas. ¿Dónde has aprendido a montar muñecas?
CAMPOS NIÑO- Con mi hija, que siempre las está rompiendo. Le compras una y en seguida la desmonta. No me extrañaría nada que de mayor quisiera ser mecánico de coches.
CHARLIE (desconcertado) Perdona.... ¿has dicho... tu hija?
CAMPOS NIÑO- Sí, ¿qué pasa?
CHARLIE (mosqueado) ¿Me estás vacilando?
CAMPOS NIÑO- No, va en serio, tengo una hija de cuatro años. Se llama Rosa.
CHARLIE- ¿De qué vas? ¿Te crees que soy idiota? ¿Cómo va a tener una hija un chaval de... de...? ¿cuántos años tienes? ¿Trece? ¿Catorce?
CAMPOS NIÑO- Treinta y tres.
(Pausa. Charlie lo mira con la boca abierta. De repente se echa a reír)
CHARLIE- Estás como una cabra, tronco.
CAMPOS NIÑO (ofendido)- ¡Es verdad! Y además fui el alcalde del pueblo.
CHARLIE (siguiéndole la corriente)- ¿Ah sí? ¿Cuándo?
CAMPOS NIÑO- Hace tiempo. Cuando el pueblo se llamaba Villalimpia.
CHARLIE- ¡Pero qué dices! ¡Si eso fue en la Prehistoria! Mira, no me vaciles y dime de dónde vienes.
CAMPOS NIÑO- ¡Te digo que soy de Villalimpia! Me conozco este pueblo como la palma de la mano. Mira, te lo demostraré: (señala un extremo del patio de butacas) aquel es el camino de la fuente nueva. Y si giras a la izquierda llegas al prado donde pastan las ovejas. Y si luego giras a la derecha llegas al bosque.
CHARLIE- ¿Al bosque? ¿Pero qué dices? Ahí no hay ningún bosque.
CAMPOS NIÑO- ¿Ah, no?
CHARLIE- Y no sé de qué prado me hablas. Ahí lo que hay es un cementerio de coches. ¿Quieres que sigamos jugando a las adivinanzas?
(Pausa breve)
CAMPOS NIÑO- Pero si no hay ningún bosque... ¿Dónde juegan los niños?
CHARLIE- Pues... aquí. Pero tampoco es que haya muchos niños en Villasucia. En el pueblo sólo vivimos la Niña y yo. (Pausa breve) Bueno, ahora me toca a mí. A ver... (Piensa y finalmente señala una zona del patio de butacas) ¿Qué hay detrás de esa colina?
CAMPOS NIÑO- ¿Allí? (Piensa) Pues... las huertas y la granja de Matías.
CHARLIE (satisfecho) ¡No! ¡Te pillé! Ahí está la planta incineradora.
CAMPOS NIÑO- ¿¿Qué?? No... no es posible. ¿Una planta incineradora?
CHARLIE- Sí. Dos a cero. Vamos, te toca a ti.
CAMPOS NIÑO (mosqueado)- Para ti sólo es un juego, ¿no?
CHARLIE- Claro. ¿Para ti no?
CAMPOS NIÑO (indignado)- ¡No! ¡Esto es mucho más serio de lo que crees! (Lo coge por las solapas) Me estás engañando, ¿no? ¡Seguro que es eso! ¡Quieres hacerme creer que mi pueblo se ha convertido en un montón de basura! ¡Vamos, confiésalo!
CHARLIE- ¿Pero qué dices?
CAMPOS NIÑO (sin soltarlo, indignado)- ¡Confiesa que aún está el bosque! ¡Y que no hay ninguna incineradora! ¡Ni un cementerio de...!
(Charlie se suelta empujando a Campos Niño, que cae al suelo)
CHARLIE (mosqueado)- Mira, chaval, soy un tío tranquilo (coge una bolsa de basura y lo mira, amenazador) Pero si alguien me provoca yo me defiendo, ¿comprendes?
(Le lanza la bolsa de basura a Campos Niño, como señal de advertencia. Pausa tensa. Ambos se miran. Finalmente Campos Niño se levanta y le lanza otra bolsa de basura. Empieza una batalla de bolsas de basura que vuelan de aquí para allá, hasta que lanzárselas mutuamente se convierte en un juego.
Entra por la izquierda el Señor Montes, viejo. Lleva los mismos pantalones vaqueros y la misma camisa verde que antes. Pero ahora, además, lleva un abrigo largo, oscuro y raído, zapatillas a cuadros de andar por casa y gafas. Campos Niño y él no se reconocen)
SEÑOR MONTES (riñéndolos)- ¿Pero qué estáis haciendo?
(Charlie, al verlo, sale corriendo por la derecha)
SEÑOR MONTES (por Charlie)- ¡Demonio de crío! ¡Cualquier día tendremos un disgusto por su culpa! (a Campos Niño) ¿Y tú qué? ¿Te gusta jugar a remover la basura? (Lo mira fijamente. Pausa breve). Oye, ¿nos conocemos?
CAMPOS NIÑO- No creo.
SEÑOR MONTES- Tú no eres de aquí, ¿verdad?
CAMPOS NIÑO- Sí… digo… no. Bueno… no exactamente. Pero un familiar mío vivió aquí hace tiempo y…
SEÑOR MONTES- ¿En serio?
CAMPOS NIÑO- Pero de eso hace ya mucho años.
SEÑOR MONTES- ¿Y qué se te ha perdido, en este basurero?
CAMPOS NIÑO- Es que… tengo que hacer un trabajo. Sobre la historia de Villalimpia.
SEÑOR MONTES- ¿De Villalimpia? ¡Pero si de eso hace mucho tiempo! No me digas que ese familiar tuyo vivió en el pueblo cuando aún se llamaba así...
CAMPOS NIÑO- Sí.
SEÑOR MONTES (ilusionado)- ¿Cómo se llamaba? A lo mejor nos conocíamos.
CAMPOS NIÑO (indeciso)- No… no creo… No salía mucho de casa.
SEÑOR MONTES- Vamos, hombre, dímelo. Yo conocía a todo el mundo, por aquel entonces.
(Pausa. El Señor Montes espera la respuesta, sonriente)
CAMPOS NIÑO (decidiéndose)- Eduardo Campos.
(El Señor Montes deja de sonreír y adopta una actitud grave)
SEÑOR MONTES- ¿Has dicho… Eduardo Campos?
CAMPOS NIÑO (cortado)- Sí…
(Pausa)
SEÑOR MONTES (con resentimiento)- Sí, ya lo creo que le conocí… al muy sinvergüenza. Éramos amigos, ¿sabes? Todo el mundo en el pueblo le quería. Y llegó a ser alcalde. Todos estaban convencidos de que Villalimpia cambiaría mucho gracias a él. ¡Y ya lo creo que cambió! Porque llegaron los de “Basuras y Asociados, S.A.” y le convencieron para que les dejara instalar un vertedero. Después consiguieron que les diera los permisos para ampliarlo y, para empezar, nos quedamos sin bosque. Pero la cosa no acabó ahí… Después de esa ampliación llegó otra… y luego otra… y otra… hasta que el propio pueblo terminó formando parte del vertedero y se convirtió… (mira a su alrededor con tristeza)… en lo que ves ahora.
(Pausa breve)
CAMPOS NIÑO- ¿Ustedes dos… se conocían mucho?
SEÑOR MONTES- ¡Si nos conocíamos, dice! Íbamos juntos a la escuela desde pequeños. (Suspira) Le avisé. Le dije: “Ten cuidado, Campos, que esos tíos del vertedero te la van a jugar, que a esa clase de gente no le importan las personas.” ¿Y sabes qué me decia él? Me decía. “No te preocupes, Montes, yo ya sé lo que le conviene al pueblo.” Me gustaría que viese en lo que se ha convertido el pueblo por su culpa.
(Desde que se ha enterado de que el viejo con el que está hablando es el Señor Montes, Campos Niño lo mira atónito. Pausa breve).
CAMPOS NIÑO (atónito) – No puede ser… ¿Tú eres Manuel Montes?
SEÑOR MONTES (desconcertado)- ¿Cómo dices?
CAMPOS NIÑO (reaccionando y disimulando)- Eh…nada. (Por lo que le ha contando el Señor Montes) Es una historia muy triste.
SEÑOR MONTES- Ya lo creo. Pon todo lo que te he contado en tu trabajo. A ver si con suerte los jóvenes de hoy tienen un poco más de sentido común que nosotros (mira a su alrededor, triste) ¡Y a esto le llaman progreso! (Saca del bolsillo un botellín de agua) Disculpa, pero tengo que regar los árboles.
(Empieza a echar pequeños chorritos de agua, con sumo cuidado, en las macetas de los árboles)
CAMPOS NIÑO- ¿Qué ha pasado con la fuente que había en esta plaza?
(El Señor Campos lo mira, sorprendido)
SEÑOR MONTES- ¿Y tú cómo sabes que aquí había una fuente?
CAMPOS NIÑO (disimulando)- Es que… me lo ha contado Charlie.
SEÑOR MONTES- ¿Charlie? (Piensa) Ah, quieres decir el Niño.
CAMPOS NIÑO- Sí, ése. ¿Le conoce?
SEÑOR MONTES- ¡Ya lo creo! Es mi nieto. Me ha oído hablar tanto de cómo eran las cosas en la época de Villalimpia, que ahora se pasa el día haciendo pintadas pidiendo un pueblo limpio. Me da miedo que se meta en un lío por mi culpa.
(Pausa breve. Campos Niño se ha quedado boquiabierto al enterarse de que Charlie es nieto del Señor Montes. El Señor Montes continúa regando las macetas.)
SEÑOR MONTES- Me preguntabas por la fuente, ¿no? Pues verás: la quitaron porque ya no servía para nada. Resulta que los líquidos que genera la basura en los vertederos…
CAMPOS NIÑO- Los lixiviados.
SEÑOR MONTES (sorprendido de que lo sepa)- Sí, los lixiviados, veo que eres un chico listo… Pues resulta que los lixiviados atravesaron las capas protectoras del subsuelo y contaminaron las aguas subterráneas. Mucha gente se puso enferma y muchos árboles se secaron. Desde entonces sólo bebemos agua embotellada. Y ahora, si me lo permites, voy a regar los de ese otro lado.
(Cruza el escenario y empieza a regar las macetas del otro lado. Entra por la derecha P-2 agarrando por una oreja a Charlie, que tiene un spray de pintura en la mano y pone expresión de dolor. P-2 se dirige al Señor Montes)
P-2 (sin soltar la oreja de Charlie)- Vandalismo, Terrorismo, Gamberrismo, Sabotaje. Niño problemático…
CHARLIE (quejándose)- ¡Ay, ay, ay…!
P-2 (sin soltarlo)- Conflictivo. A-social. A-normal. A-nimal.
CHARLIE (protestando)- ¡Hey, hey, hey!
SEÑOR MONTES- ¡Un poco de respeto! A ver, ¿qué ha hecho?
P-2 – Ha pintado una pared. Un muro. Ha escrito mensajes subversivos. Palabras prohibidas. Letras ilegales. Hay que confinar. Arrestar. Castigar. Encerrar.
(Charlie se libra de P-2)
CHARLIE (protestando)- ¡Yo no he hecho nada, soy muy buen chico! (Señalando a Campos Niño) Ya verá, pregúnteselo a ese alcalde.
(El Señor Montes y P-2 se giran al mismo tiempo para mirar a Campos Niño)
SEÑOR MONTES y P-2 (al mismo tiempo)- ¿Qué alcalde?
CHARLIE (por Campos Niño)- Antes me ha dicho que era alcalde de Villalimpia.
(P-2 se acerca a Campos Niño y lo observa)
P-2- Imposible. Procesando dimensiones en el software. No puede ser. Demasiado pequeño. Demasiado esmirriado. Poca cosa. (a Charlie) No te pases de listo, niño. (Va hacia Charlie, amenazador) Confinar, arrestar…
SEÑOR MONTES (a Campos Niño)- ¡Rápido, dale al botón de la espalda!
(Campos Niño obedece y le da al botón. P-2 se detiene pero continúa hablando unos instantes como si se le acabaran las pilas)
P-2- En-ce-rrar… Caas-tiii-gaauuuu…
(P-2 se apaga y se queda inmóvil. Charlie, contento, va hacia Campos Niño)
CHARLIE- Gracias, tronco. (Le da la mano. Al Señor Montes) Abuelo, ¿has visto qué tío más “enrollao”?
(El Señor Montes mira a Campos Niño con desconfianza)
SEÑOR MONTES- ¿Quién eres?
(Pausa. Los dos amigos del pasado se miran, serios. Charlie se muestra desconcertado)
CHARLIE- ¿Pero qué pasa?
(Pausa. Campos Niños baja la mirada.)
SEÑOR MONTES (atónito)- ¡Entonces... es verdad!
CAMPOS NIÑO- Sí, Manuel. Soy Eduardo Campos.
SEÑOR MONTES (atónito)- ¿¿Eduardo… Campos?? (Pausa.) ¿¿Pero cómo es posible?? (Pausa) Claro... por eso me hacías todas esas preguntas.
CHARLIE (Al Señor Montes)- ¿Pero quién es?
SEÑOR MONTES (a Charlie)- Era el alcalde de pueblo cuando pusieron el vertedero. Desapareció justo después de firmar la primera ampliación y nunca volvió a saberse de él. (a Campos Niño) No entiendo nada...
CAMPOS NIÑO- Es una historia muy larga, Montes. Y no tengo tiempo de contártela.
(Pausa. Charlie y el Señor Montes miran a Campos Niño, intentando asimilar lo que está pasando)
SEÑOR MONTES- ¿A qué has venido? ¿A ver cómo es la vida la en pueblo?
CAMPOS NIÑO- Más o menos. Pero no me preguntes cómo lo he hecho porque es muy largo de explicar y además no me creerías.
CHARLIE- ¡Qué pasada! ¡Puede viajar por el tiempo!
CAMPOS NIÑO- Sí, pero no te lo aconsejo, hay mucho tráfico y aún eres muy pequeño para sacarte el carnet.
CHARLIE- Mira quién habla.
SEÑOR MONTES- Charlie, un poco más de respeto que este señor tiene la misma edad que tu abuelo. Vamos, vuelve a casa, que este señor y yo tenemos que hablar de muchas cosas. Y no te metas en más líos.
CHARLIE (protestando)- Los mayores sólo sabéis dar órdenes. (Se dispone a irse y, antes de salir del escenario, se detiene y mira a Campos Niño) Hubiese molado que tuvieses mi edad, seguramente habríamos sido buenos colegas.
CAMPOS NIÑO- Puede ser.
CHARLIE- Oye, si al final te quedas por aquí... ¿me enseñarás a viajar por el tiempo? Me gustaría ir al pasado y ver jugar a Cristiano Ronaldo, dicen que era una pasada.
CAMPOS NIÑO- No puede ser. Pronto tendré que volver a mi tiempo.
CHARLIE- Qué chungo. Pues nada... que te vaya bien ahí en la prehistoria.
(Sale. Pausa breve. El Señor Montes y Campos Niño se miran. Entra la Niña por la izquierda. Mira a P-2, que aún sigue apagado e inmóvil, llena de curiosidad. Finalmente se siente en el columpio y empieza a columpiarse mecánicamente.)
SEÑOR MONTES (a Campos Niño)- Te lo advertí. Te dije que no firmaras ese papel.
CAMPOS NIÑO- Sí, es verdad.
SEÑOR MONTES- Ya ves qué futuro les dimos a los niños. Se fueron casi todos, porque aquí no se podía vivir.
CAMPOS NIÑO- ¿Sólo quedan estos dos, Charlie y la Niña?
SEÑOR MONTES- Sí, mi nieto y tu nieta.
CAMPOS NIÑO (atónito)- ¿Qué dices? ¿¿Mi nieta?? ¿¿La Niña es mi nieta??
SEÑOR MONTES- Sí.
(Campos Niño mira a la Niña con incredulidad. Se oye una música suave y emotiva. Finalmente Campos Niño va hacia la Niña y la abraza.)
NIÑA (enfadada)- ¿¿Pero qué haces??
(Le empuja y se aparta de él. La música deja de sonar abrúptamente. El Señor Montes empieza a reír)
CAMPOS NIÑO- ¡Deja que te abrace! ¡Soy tu abuelo!
(Va hacia ella dispuesto a abrazarla de nuevo. Pero la NIÑA lo rehuye, coge un bastón que hay en la basura y lo amenaza. Campos Niño se detiene)
NIÑA (desconfiada)- Ya, y yo soy tu madre, si te parece. No te acerques que te arreo, ¿eh? ¿Pero tú de que vas? ¿Te crees que porque antes te he dado un beso ya somos novios?
CAMPOS NIÑO (conciliador)- Vamos, no te pongas así...
(El Señor Montes se sigue riendo)
NIÑA (al Señor Montes, indignada)- ¿Y usted de qué se ríe, Señor Montes? ¡No tiene gracia! ¿Éste es el ejemplo que quiere dar a los niños? ¡Se lo voy a decir a los guardias, hala!
(Le saca al lengua a Campos Niño y se va por la derecha. Pausa breve. El Señor Montes deja de reír)
SEÑOR MONTES- Bueno… Y ahora que has visto el futuro… ¿qué piensas hacer?
CAMPOS NIÑO- De momento volver al pasado, justo antes de firmar el contrato. Les pienso decir cuatro cositas a los de “Basuras y Asociados, S.A.” No es éste el futuro que quiero para nuestros nietos.
SEÑOR MONTES- ¡Sí señor, muy bien dicho!
CAMPOS NIÑO (mirando al cielo)- ¿Dónde está el Sol?
SEÑOR MONTES (extrañado)- ¿El Sol? ¿Por qué quieres saberlo?
CAMPOS NIÑO- Es que la persona que me ha traído aquí tiene que venir a buscarme cuando se haya puesto el Sol.
SEÑOR MONTES- Pues lo tienes fatal, porque hace años que por aquí no vemos ponerse el Sol. El humo de la incineradora hace que el cielo se vea siempre gris.
CAMPOS NIÑO (confuso)- Vaya… (contrariado) Creo que el Hada me ha engañado. (Empieza a andar por el escenario, pensativo. Finalmente se detiene) ¡Ya sé! (Se sitúa en el centro del escenario. Al Señor Montes) Apártate, a ver si te voy a arrastrar conmigo al pasado y entonces imagínate qué lío, con dos Manuel Montes, el joven y el viejo. (El Señor Montes se aparta, intrigado) A ver si me acuerdo… (cierra los ojos con fuerza) “Pararito Pararuto, llévame al pasado”. (Se encoge, esperando que suceda algún sortilegio que lo lleve al pasado. Pero no pasa nada. Abre un ojo y, al comprobar que sigue allí, vuelve a su actitud normal). ¡Pues no era así, qué rabia!
SEÑOR MONTES- ¿Se puede saber a qué viene este numerito?
CAMPOS NIÑO- Pero si está claro, intento volver al pasado.
SEÑOR MONTES- ¿Y para volver al pasado tienes que decir esas tonterías?
CAMPOS NIÑO- Qué remedio. (Suspira) Volveré a intentarlo. (Se sitúa de nuevo en medio del escenario) A ver si ahora me sale…(Cierra los ojos) “Pararito…”
(Se interrumpe porque de repente el escenario se ilumina de azul y se oye el grito de una mujer, primero a lo lejos, luego acercándose, hasta que entra en el escenario el Hada Madrina desde el lateral derecho, como empujada por un vendaval, procurando no perder el equilibrio. Finalmente cae aparatosamente. El Señor Montes la mira, estupefacto.)
HADA MADRINA (sentada en el suelo y contrariada)- ¡Otra vez una piel de plátano!
CAMPOS NIÑO (al Hada Madrina)- Se ha retrasado. (Le enseña la hora que indica su reloj de pulsera)
HADA MADRINA- ¿Pero tú quieres que me quede sin trabajo o qué pasa? ¿Cómo se te ocurre ir probando por tu cuenta mis fórmulas mágicas cuando yo no estoy presente?
SEÑOR MONTES (sorprendido) Pero… esta mujer… ¿de dónde ha salido?
CAMPOS NIÑO- Tranquilo, no es peligrosa, es el Hada Madrina del pueblo.
SEÑOR MONTES (sorprendido)- ¿En serio?
HADA MADRINA- Para servirle a usted, señor. (Le da una tarjeta de visita) Tenga, mi tarjeta.
CAMPOS NIÑO (al Hada Madrina)- Me querías engañar, ¿eh?
HADA MADRINA (disimulando)- ¿Yo? ¡Pero qué dices!
CAMPOS NIÑO- Cuando estábamos en mi despacho no me has dicho que desde Villasucia no se ve el Sol.
HADA MADRINA (disimulando)- ¿Ah, no? ¿Estás seguro? Bueno, qué más da. No te vas a poner así por un despiste de nada…
CAMPOS NIÑO- ¿¿Por un despiste de nada, dices?? Quedamos en que me sacarías de aquí después de la puesta de Sol, ¿cómo pensabas hacerlo, si no se ve el Sol? ¡Podía haberme quedado aquí toda la vida!
HADA MADRINA- Y no te gusta la idea, ¿verdad? Pues eso ya es algo.
SEÑOR MONTES- Me parece que a la Señora Hada le daba miedo que quisieras volver al pasado sin haber cambiado de opinión. ¿Me equivoco?
HADA MADRINA- ¡Vaya, es usted muy listo! Creo que haremos buenas migas.
CAMPOS NIÑO (al Hada Madrina)- Pues si era eso lo que le preocupaba, ya podemos volver cuando quiera. Porque he cambiado de opinión y no pienso firmar el contrato.
HADA MADRINA- ¿¿En serio??
CAMPOS NIÑO- Sí. Y conocer el futuro desde el punto de vista de un niño me ha ayudado mucho.
HADA MADRINA (entusiasmada)- ¡Yuupiii! (Lo abraza efusivamente y se lo come a besos. A continuación le coge una mano y lo arrastra al centro del escenario) Vamos, no podemos perder ni un segundo. (Al Señor Montes) Por favor, ¿sería tan amable de sacar el reloj que hay dentro de mi mochila?
(El Señor Montes se acerca al Hada Madrina, confuso; abre la mochila que el Hada Madrina lleva a la espalda y remueve su interior, buscando el reloj. Saca un reloj de cocina muy hortera.)
SEÑOR MONTES (mostrándoselo al Hada)- ¿Es éste?
HADA MADRINA (cogiendo el reloj)- Sí, gracias. (Se lo muestra a Campos Niño) Lo acabo de comprar en el mercadillo. Por eso me he retrasado. (Lo retrasa una hora) Y ahora, la fórmula mágica (Levanta su varita) “Patatiro Patat… (Se interrumpe al ver a P-2, que sigue desconectado) ¿Qué es esta cosa?
SEÑOR MONTES- Es el robot P-2. Trabaja de policía, de barrendero, de cartero y de camarero en el albergue.
HADA MADRINA- ¡Caramba, qué joyita! ¿Y por qué está quieto?
CAMPOS NIÑO- Es que lo hemos tenido que desconectar.
HADA MADRINA- ¡Pobrecito! ¿Y eso por qué?
SEÑOR MONTES- Es que trabaja para “Basuras y Asociados S.A.” y está programado para ser un chivato y un pesado. ¿Usted no podría hacer algo con él?
HADA MADRINA (pensativo)- No sé, no sé… (Se le ocurre una idea) ¡Ya sé! (Se acerca a P-2, solemne). “Patarín, Patareta, conviértete en Poeta”
(El escenario se ilumina unos instantes con un potente destello. De repente P-2 se conecta y empieza a moverse).
P-2 (contento)- ¡Me muevo! Me puedo mover, trasladar, transportar. (Recitando) “Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar” ¡Oh, qué programa más guay!
SEÑOR MONTES (contento)- ¡Ha funcionado!
P-2 (inicia una salida por la derecha, recitando)- “Con cien cañones por banda, viento en popa, a toda vela, no corta el mar sino vuela, un velero bergantín.”
(Sale de escena)
HADA MADRINA- ¡Y ahora, a casa! (A Campos Niño) Dame la mano. (Campos Niño se la da y ambos se sitúan en el centro del escenario)
SEÑOR MONTES- Buen viaje, Eduardo.
CAMPOS NIÑO- Volveremos a encontrarnos aquí mismo, Manuel. Pero el futuro será otro y no éste. Y acompañaremos a nuestros nietos a jugar al bosque, los dos juntos, tú y yo.
HADA MADRINA (impaciente)- Bueno, ¿qué? ¿Ya está? ¡Pues, hala! (Cierra los ojos) “Patasín, Patasado, volvemos al pasado.”
(Las luces se apagan y el escenario se queda a oscuras. Se oye ruido de viento huracanado. Simultáneamente se empieza a oir el tic-tac de muchos relojes de cuerda, sonidos de relojes de cu-cú y campanas de carillón dando las horas. Primero el ruido es sólo un rumor, pero poco a poco el volumen va subiendo.)
VOZ DE CAMPOS NIÑO (gritando)- ¡No vaya tan deprisa, que me mareo!
VOZ DEL HADA MADRINA- Me sabe mal haberme ido tan pronto del mercadillo. ¡No veas tú qué chollos había!
VOZ DE CAMPOS NIÑO (gritando)- ¡El semáforo! ¡Cuidado con el semáforo!
(Se oye el frenazo de un coche)
VOZ DEL HADA MADRINA- …Había unas blusas estampadas monísimas. Ahora me arrepiento de no haberle comprado una a mi madre.
VOZ DE CAMPOS NIÑO (gritando)- ¡El Stop! ¡Que se salta el stop!
(Se oye el frenazo de un coche y a continuación el claxon prolongado de un coche)
VOZ DEL HADA MADRINA (gritando, enfadada)- ¿Y a ti qué te pasa? ¿No ves que yo tengo preferencia?
VOZ DE CAMPOS NIÑO (gritando)- ¡Por favor, vaya con cuidado, que quiero llegar vivo! ¡Quiero a mi mamáaaa!
(Mientras dice esta última réplica, a Campos Niño le cambia progresivamente la voz desde el tono agudo del niño al tono grave del adulto.)
VOZ DEL HADA MADRINA- ¡Agárrate, que ya llegaamoooos!
(Se oye el ruido de un golpe. Se ilumina el escenario. Volvemos a estar en el despacho del Señor Campos. Las zapatillas deportivas están en el suelo, a la vista del público. La ropa elegante ha desaparecido. En el suelo yace tumbado el Señor Campos, adulto. Está muy despeinado. Lleva los pantalones vaqueros y la camisa blanca a su medida. Se levanta, confuso y algo dolorido.)
SEÑOR CAMPOS- ¡Jo, menudo viaje! (Se mira y comprueba que vuelve a ser adulto) ¡Vuelvo a ser mayor, qué bien, vuelvo a ser mayor!
(Ríe y a continuación empieza a saltar y a bailar repitiendo “vuelvo a ser mayor”. Entra precipitadamente Flora por la izquierda, alarmada)
FLORA (alarmada)- ¿Qué ha pasado? ¡He oído el ruido de un golpe!
SEÑOR CAMPOS (contento)- ¡Flora! (Corre hacia ella y la abraza. Flora no sabe cómo reaccionar) ¡Ya no eres un boniato!
(El Señor Campos empieza a saltar y a bailar sin soltar a Flora)
FLORA (contrariada)- ¡Oiga, ya sé que no soy muy guapa, pero de ahí a compararme con un boniato…!
SEÑOR CAMPOS (soltándola)- ¡Fíjate en mí, Flora! ¡Vuelvo a ser mayor! ¡Ya no soy un niño!
FLORA (desconfiada)- ¿Qué quiere que le diga? Yo no estoy tan segura…
(El Señor Campos empieza a bailar y a saltar de nuevo repitiendo “¡Vuelvo a ser mayor! ¡Ya no soy un niño!”)
FLORA (gritando)- ¿Quiere dejar de comportarse como un crío?
(El Señor Campos se para en seco y la mira. Flora se sorprende y se asusta de su propia reacción)
FLORA (disculpándose)- Discúlpeme, Señor Campos, no sé qué me ha pasado.
SEÑOR CAMPOS (sorprendido)- Flora, nunca me habías tratado así…
FLORA (tímidamente, asustada)- Ya lo sé… Lo siento, yo no soy nadie para hablarle así. Pero es que cuando le he visto hacer todas esas payasadas… no lo he podido evitar. (asustada) Perdóneme.
SEÑOR CAMPOS (pensativo)- ¿Por qué me tienes miedo? ¿Tan mal te trato?
FLORA (con miedo, mintiendo)- ¡No, no, qué va!
SEÑOR CAMPOS (pensativo)- ¿Riñéndote y gritándote a todas horas?
FLORA (con miedo)- ¡Qué va, si se porta muy bien conmigo!
SEÑOR CAMPOS- No, no es verdad. Te he tratado muy mal, pero a partir de ahora eso cambiará. (Le coge la mano. Flora no sabe qué hacer) Gracias Flora, me has dado una lección.
(El Señor Campos se pone las zapatillas deportivas, va hacia su silla y se sienta)
SEÑOR CAMPOS- ¿Qué asuntos hay en la agenda de hoy?
(Flora está tan confusa que ni lo oye. El Señor Campos se da cuenta)
SEÑOR CAMPOS (llamando su atención)- Flora…
FLORA (reaccionando)- ¿Qué?
SEÑOR CAMPOS- ¿Hay alguien ahí fuera que esté esperando para verme?
FLORA (aún confusa)- ¿Cómo dice? ¿Alguien…? (Reacciona) Ah, sí…Los representantes de la empresa “Basuras y Asociados, S.A.”
SEÑOR CAMPOS- ¿Y…hay alguien más?
FLORA- Hombre… pues sí. El Señor Montes. Pero usted me ha dicho que no quiere verle y que lo entretenga haciéndole leer el prospecto de mi jarabe. ¿Le digo que vuelva mañana?
SEÑOR CAMPOS- ¡Ni hablar! Que entren los cuatro.
FLORA (sorprendida)- ¿Los cuatro?
SEÑOR CAMPOS (amable)- Sí, Flora: el Señor Cenizo, el Señor Barros, el Señor Fuenteseca… y el Señor Montes. Hazles entrar, por favor.
(Flora mira al Señor Campos sorprendida por su repentino cambio de opinión y de actitud. Finalmente reacciona)
FLORA (contenta)- Ahora mismo, Señor Alcalde. (se dispone a salir)
SEÑOR CAMPOS- Y no me trates más de usted. Llámame Eduardo.
(Flora se detiene y lo mira, aún más sorprendida)
FLORA- Como quieras… Eduardo.
(Flora sale, contenta. El Señor Campos se levanta y contempla el cuadro de Villalimpia, pensativo. Llaman a la puerta)
SEÑOR CAMPOS- Adelante.
(Entran por la izquierda el Señor Cenizo, el Señor Barros y el Señor Fuenteseca del mismo modo que al principio de la obra. El Señor Campos no se acerca a recibirlos. Los tres visitantes se miran, extrañados. Se acercan a la mesa en bloque.)
SEÑOR CAMPOS (seguro de sí mismo)- Señor Cenizo, Señor Barros, Señor Fuenteseca… Buenos días.
SEÑOR CENIZO, SEÑOR BARROS, SEÑOR FUENTESECA (al mismo tiempo)- ¡Buenos días!
(El Señor Montes se asoma tímidamente, un poco extrañado. Le acompaña Flora, que le invita a entrar con un gesto. El Señor Montes entra en el despacho y Flora se dispone a irse. El Señor Campos se da cuenta)
SEÑOR CAMPOS- Flora, no te vayas, quédate, por favor. Esto también te afecta a ti.
(Flora obedece, encantada. Todos los presentes se miran entre sí, extrañados)
SEÑOR CENIZO (molesto por la presencia del Señor Montes)- ¿Es necesario que este individuo oiga nuestra conversación? Usted ya sabe que…
SEÑOR CAMPOS (cortándolo)- Usted mismo lo acaba de decir, Señor Cenizo: yo ya sé todo lo que hay que saber. Y precisamente por eso quiero que el Señor Montes y la Señorita Flora escuchen lo que les voy a decir a ustedes.
SEÑOR CENIZO- ¿Ah, sí? (confiado) Pues nada, empiece cuando quiera.
(Pausa expectante. El Señor Cenizo, el Señor Barros y el Señor Fuenteseca miran al Señor Montes burlones, convencidos de su triunfo inminente. )
SEÑOR CAMPOS- Señores, los vecinos de Villalimpia somos gente sencilla y honrada. Nuestra máxima aspiración no es ser ricos a cualquier precio, ni subirnos al tren de lo que ustedes entienden por “progreso” sin valorar las consecuencias. Queremos ver crecer a nuestros hijos sanos y felices. Queremos respirar aire puro, beber agua limpia, libre de esa contaminación que ustedes quieren que consideremos un mal menor.
(Mientras el Señor Campos habla, el Hada Madrina aparece por la derecha y escucha)
SEÑOR CAMPOS- Aspiramos a ver jugar a los niños en el bosque que tenemos la suerte de tener tan cerca; a verlos ir a la escuela contentos, convencidos de que el futuro que les espera está en nuestras manos y sabremos velar por él hasta que ellos nos tomen el relevo en la carrera de la Vida. Y no vamos a renunciar a ello sólo porque ustedes no quieran hacer esfuerzos para evitar hacerle daño al medio ambiente.
SEÑOR CENIZO (desconcertado)- Pero…
SEÑOR CAMPOS (cortándolo)- Puede que no les parezca gran cosa. Pero es nuestra manera de entender la Vida.
SEÑOR BARROS- No ceda a las presiones de la gente. Usted es el Alcalde. Si no piensa como ellos no les haga caso y ya está.
SEÑOR CAMPOS- Pero es que resulta que pienso como ellos. Y precisamente por eso me escogieron para que fuera su alcalde. Y por esa misma razón debo decirles que no pienso firmar la ampliación del vertedero.
(El Hada Madrina, el Señor Montes y Flora aplauden, entusiasmados)
SEÑOR FUENTESECA (al Señor Cenizo)- ¡Pues vaya! ¿Y ahora qué?
SEÑOR CENIZO (al Señor Campos, contrariado)- ¿Es su última palabra?
SEÑOR CAMPOS (con firmeza)- Sí.
(El Señor Cenizo adopta un aire digno y ofendido. El Señor Barros y el Señor Fuenteseca, al verlo así, lo imitan. El Señor Cenizo mira a su alrededor e inicia una salida por la izquierda. El Señor Barros y el Señor Fuenteseca lo siguen de cerca, en fila india. De repente el Señor Cenizo se detiene y el Señor Barros y el Señor Fuenteseca chocan en cadena contra él)
SEÑOR CENIZO (al alcalde, irritado)- ¡Usted gana, pondremos un vertedero como éste en otro pueblo! ¡Y si en un pueblo nos rechazan, iremos a otro! ¡A uno que crea en el progreso! ¡Siempre habrá un pueblo para nosotros!
SEÑOR CAMPOS (seguro)- Seguramente. Pero no será Villalimpia.
(El Señor Cenizo, el Señor Barros y el Señor Fuenteseca salen de escena)
SEÑOR MONTES (contento)- ¡Felicidades, Eduardo, has estado fenomenal!
(Le ofrece la mano. Se dan la mano)
SEÑOR CAMPOS- Gracias a ti…
SEÑOR MONTES (desconcertado)- ¿A mí?
(El Señor Campos mira con complicidad al Hada Madrina, que le sonríe, orgullosa)
SEÑOR CAMPOS-…Y a un poco de magia. (Flora y el Señor Montes se miran, desconcertados) Y ahora, Flora, si alguien llama por teléfono preguntando por mí haz el favor de decirle que no volveré hasta mañana. Tengo un compromiso muy importante.
(Inicia una salida por la izquierda)
FLORA- ¿Con los alcaldes de los pueblos vecinos?
SEÑOR CAMPOS- No. Con mi hija. Nos vamos a coger moras.
(Sale. Flora y el Señor Montes lo miran mientras se va. La luz se va apagando lentamente en todo el escenario, excepto sobre el cuadro de Villalimpia, que permanece iluminado unos instantes)
OSCURO TOTAL
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